lunes, 24 de marzo de 2014

El águila filipina

El águila filipina

Si el irrevocable paso que da una especie de la rareza a la extinción deja un agujero en el entramado de nuestro planeta, ¿cómo será de grande el vacío que deje la desaparición del águila monera? Que nadie vea en esto un menosprecio al caballito del diablo malaquita surafricano, o al mejillón listado de bolsillo norteamericano, ya que todas las criaturas (y también las plantas) contribuyen al funcionamiento de los engranajes infinitamente complejos de la biosfera. Pero la pérdida de esta ave magnífica robaría al mundo parte de su majestuosidad. Esta águila planea por su único hábitat, los bosques lluviosos de Filipinas, con sus potentes alas de dos metros de envergadura, orientándose con inesperada precisión por el enmarañado dosel del bosque. Sin embargo, las mismas adaptaciones evolutivas que hacen de esta águila un ave soberbia la convierten también en una de las rapaces más amenazadas del planeta. En el archipiélago de las islas Filipinas, su único hogar, no hay tigres, leopardos, osos o lobos que compitan por las presas, por lo que el águila monera se convirtió, por defecto, en la reina del bosque lluvioso. Expandiéndose para ocupar un nicho ecológico vacío, creció hasta alcanzar una longitud de un metro y un peso de hasta seis kilos. Lea el artículo completo en la revista

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